Cómo funciona la incapacidad permanente y qué implica para los trabajadores
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" Explora cómo funciona la incapacidad permanente, el proceso de evaluación y las prestaciones económicas disponibles para los trabajadores afectados. "

En términos generales, la incapacidad permanente consiste en unas limitaciones generadas a partir de una enfermedad o un accidente que se presentó en el ámbito laboral o fuera de este, que impide que la persona pueda contar con la plenitud de sus habilidades en un puesto de trabajo.

Esta situación se encuadra dentro del concepto más amplio de incapacidad laboral, que abarca todos los supuestos en los que un trabajador no puede desempeñar su actividad de forma total o parcial, ya sea temporal o permanentemente.

El concepto de incapacidad permanente se define en la Ley General de la Seguridad Social, específicamente en el artículo 193, donde se expresa que la incapacidad permanente contributiva es:

“La situación de la persona trabajadora que, después de haber estado sometida al tratamiento prescrito, presenta reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan o anulen su capacidad laboral”.

Allí se menciona, además, que el hecho de que una persona incapacitada pueda recuperar su capacidad laboral no impedirá esta calificación, siempre y cuando se considere médicamente incierta o que la recuperación se espere a largo plazo.

De igual manera, se sostiene que el requisito de haber recibido previamente el tratamiento prescrito puede no ser necesario en los casos en los que, considerando las características de la enfermedad del trabajador, su estadio, la evolución esperada y la gravedad de las reducciones anatómicas y funcionales, se encuentren claramente objetivadas y se consideran probablemente definitivas.

Asimismo, se asegura que las reducciones anatómicas o funcionales existentes en la fecha de la afiliación del interesado en la Seguridad Social no impedirán la calificación de la situación de incapacidad permanente, cuando se trate de personas con discapacidad y, con posterioridad a la afiliación, tales reducciones se hayan agravado, provocando por sí mismas o por concurrencia con nuevas lesiones o patologías una disminución o anulación de la capacidad laboral que tenía el interesado en el momento de su afiliación.

Dadas las reducciones en la capacidad laboral, la Seguridad Social garantiza el pago de una asistencia económica con el fin de suplir los ingresos que se dejan de percibir en tales circunstancias.

Las prestaciones por discapacidad están reguladas por el sistema público y buscan ofrecer protección a quienes, por causas de salud, no pueden seguir desempeñando su actividad profesional con normalidad.

El pago que va a recibir cada trabajador dependerá del grado de incapacidad permanente que se tenga. La ley define cuatro tipos de incapacidad: la incapacidad permanente parcial, la total, la absoluta y la gran invalidez.

Cada tipo de incapacidad supone el pago de una cantidad de dinero que se determina de acuerdo a la base reguladora. Teniendo esto en cuenta, a lo largo de este artículo explicaremos qué implica realmente la incapacidad permanente.

También abordamos la pregunta de cómo se afecta la vida laboral y social de los trabajadores al tener esta incapacidad, las adaptaciones laborales necesarias que deben hacerse y los requisitos médicos que deben cumplirse para acceder a la prestación.

Impacto de la incapacidad permanente en la vida laboral y social

Existen varias limitaciones que puede tener una persona al presentar algún grado de incapacidad permanente, y cada tipo tiene efectos diferentes en la vida personal, laboral y social.

Para que quede más claro, por ejemplo, los efectos de la incapacidad permanente parcial son menores si se comparan con los efectos de la incapacidad absoluta.

Los impactos laborales que genera la incapacidad permanente pueden implicar que las capacidades para desarrollar la profesión habitual se vean disminuidas. En algunos casos, la persona no puede volver a desempeñarse en su puesto de trabajo, aunque sí pueden ocupar uno diferente.

O, en definitiva, no puede ejercer ninguna profesión, dado que la afectación a las capacidades impide llevar a cabo cualquier tipo de trabajo, sobre esto, cabe recordar que en el caso de la gran invalidez, es posible que la persona necesite la ayuda de un tercero para realizar las actividades más básicas de la vida.

En cuanto a las limitaciones sociales, la incapacidad permanente puede interferir en las actividades cotidianas y en el pleno disfrute de las actividades recreativas. Este tipo de incapacidad puede generar un cambio significativo en el estilo de vida, lo que a su vez afecta la interacción social del individuo.

Adaptaciones laborales y reintegración tras una incapacidad permanente

Adaptaciones laborales y reintegración tras una incapacidad permanente

La incapacidad permanente en los grados de absoluta y gran invalidez impide que la persona pueda trabajar en toda profesión u oficio, debido a que las limitaciones físicas y, en algunos casos, mentales no permiten desempeñar ninguna labor.

No obstante, en algunos casos, pese a tener una incapacidad permanente, es posible que la persona pueda reincorporarse a su puesto de trabajo mediante una adaptación del entorno laboral y una transformación o cambio de funciones.

El proceso de adaptación laboral puede incluir cambios en la jornada, en las tareas o en el entorno físico para que el trabajador pueda continuar con su desempeño profesional. La participación del empleador en este proceso es clave para garantizar la reintegración efectiva.

Cabe mencionar que estas adaptaciones para que las personas con incapacidad puedan continuar con su profesión habitual o desempeñarse en otra son una forma de contribución social importante, ya que facilitan las condiciones para que los individuos puedan preservar su puesto de trabajo y contribuir con su talento al desarrollo de la empresa.

Requisitos médicos para acceder a la incapacidad permanente

Para hacer la solicitud y acceder a la incapacidad permanente, se debe contar con la documentación necesaria, que incluye el DNI, el historial clínico y, en el caso de ser autónomo, la justificación de cotizaciones si la causa es una enfermedad común o un accidente no laboral.

Luego, se debe rellenar el modelo oficial de solicitud y presentarlo junto con el resto de la documentación en un centro del INSS con cita previa o a través de internet, usando el certificado digital.

Según el grado de incapacidad permanente solicitado, la persona deberá haber cotizado cierto periodo de tiempo, por lo cual es recomendable informarse con antelación.

Una vez completado este paso, el caso será evaluado por el Tribunal Médico o el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI), quienes realizarán una valoración médica para determinar si el solicitante cumple con las condiciones necesarias para acceder a la prestación económica correspondiente.

El proceso se conoce como evaluación de incapacidad, y es fundamental para establecer si el trabajador ha perdido de forma definitiva su capacidad para realizar la profesión que tenía o cualquier otra actividad laboral.

El Tribunal Médico analizará el historial médico, realizará un examen físico, una entrevista y una valoración de la capacidad laboral. Durante este proceso se pregunta por el estado de salud actual, los tratamientos recibidos, los antecedentes médicos y las implicaciones que ha tenido la enfermedad o el accidente en el desarrollo del trabajo.

Además, se examinan las posibles adaptaciones que permitirían a la persona seguir trabajando o ejercer una profesión distinta. También se estudia la evolución de la enfermedad o lesión, ya que algunas condiciones pueden mejorar o empeorar con el tiempo, lo cual influye en la resolución final.

Todo este trámite está enmarcado dentro de los procedimientos legales por incapacidad, que garantizan los derechos de los trabajadores y regulan tanto la solicitud como la revisión y el posible reconocimiento de la prestación correspondiente.

En resumen, la incapacidad permanente implica una reducción anatómica de la capacidad de una persona para desarrollar su profesión habitual u otras.

Cuanto más graves sean las limitaciones, mayores serán las barreras para trabajar. En casos como la incapacidad permanente absoluta y la gran invalidez, no es posible ejercer otra profesión, por lo que la prestación económica suele ser mayor.

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